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Somos un grupo de trabajo encargado de recopilar diccionarios y glosarios científicos y técnicos que faciliten el trabajo a los estudiantes a la hora de consultar términos especializados. Hemos intentado ofrecer diccionarios que sirvan, en medida de lo posible,para responder las posibles dudas que puedan aparecer ante términos de un ámbito especializado y no se puedan consultar en otros diccionarios generales. También se encuentran diccionarios que combinan los términos en varios idiomas, de este modo, no solo se encontrarán definiciones, sino también equivalentes para cada término.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Fases proceso traducción


Las tres fases del proceso de traducción


Utilizamos aquí el término proceso para referirnos a las fases “conscientes” del trabajo en un acto de traducción, no a los procesos mentales “intuitivos” que intervienen en los actos de traducción.


Las distintas fases del proceso de traducción requieren la aplicación de conocimientos y técnicas de muy diversa índole. Y el encargo de traducción es el marco ideal en el que se activan todos los conocimientos de que dispone el traductor.

Se aconseja adoptar un modelo trifásico, que es el más común entre las propuestas didácticas.

Dicha aplicación se organiza entorno a las tres fases en que generalmente se divide el desarrollo de un proceso de traducción:


a)                           La fase de comprensión del TO, donde se aplican necesariamente las herramientas de análisis lingüístico-textual; a esta fase de pretraducción corresponde también la identificación y jerarquización de posibles problemas de  traducción.
b)                           La fase de transferencia al TM, donde es necesario activar y aplicar las normas vigentes al respecto en el contexto receptor. Esto incluye, además de aplicar soluciones aceptables en el plano lingüístico y textual, activar los principios de traducción correctos en la cultura de llegada.
c)                           La fase de corrección o revisión del TM, en que se procede a la autoevaluación, identificación de posibles errores que hayan de ser subsanados, verificación de que se ha cumplido el objetivo funcional y revisión de los aspectos físicos del TM (cuestiones tipográficas, presentación, etc.)



3.1.1. El análisis textual: detección y clasificación de los distintos niveles lingüístico-textuales



         Ante la abundancia de modelos que se ofrecen al traductor, es conveniente delimitar las características mínimas que ha de presentar el modelo de análisis para cumplir su cometido de forma satisfactoria:

a)    Se ha de incorporar al análisis la información contextual y pragmática relevante para el acto específico de traducción.

b)  El modelo de análisis ha de caracterizar y definir la tipología textual:

-        ha de analizar los distintos niveles lingüístico-textuales como     actualizaciones de un potencial de significado (nivel léxico-semántico, nivel terminológico, nivel morfológico, nivel fonético-fonológico, nivel sintáctico-gramatical, nivel fraseológico, nivel pragmático)

-        y jerarquizarlos según las necesidades de cada proyecto de traducción.


Así, la tarea previa a la transferencia es identificar y jerarquizar, según la función prevista para el TM, los posibles problemas de traducción descubiertos en el análisis. El establecimiento de la jerarquía de problemas (nivel léxico, terminológico, fonológico, morfológico, gramatical, fraseológico, pragmático, sociolectal…) a la hora de traducir varía en función de cada texto concreto, y los mismos parámetros de significación no tienen necesariamente la misma relevancia comunicativa en textos diferentes.

Por ejemplo, en un texto de divulgación médica, cuya función es informar a los usuarios no especializados de los beneficios de ciertos medicamentos para aliviar los síntomas alérgicos, el principal problema suele localizarse en el nivel léxico y terminológico, puesto que las denominaciones comerciales de las sustancias no son idénticas en el contexto origen y en el receptor; es decir, la transferencia errónea de los términos comerciales impide informar con garantías a los receptores meta.

3.1.2.       El análisis lingüístico de corte funcional

La respuesta a todos estos requisitos es utilizar un modelo de análisis lingüístico de corte funcional que entienda la lengua como instrumento de comunicación y solo de manera subsidiaria como sistema. Los criterios funcionales permiten, además, que el significado se convierta en la prioridad de análisis a cualquier nivel formal.

         El potencial de significado de la lengua se organiza en torno a tres funciones o modos básicos de significar:

a)           La función ideacional, que entiende la lengua como representación del entorno. Es la que permite descodificar la experiencia del usuario en significados básicos: acciones, procesos, relaciones, estados, etc.
b)           La función interpersonal representa el uso que hacemos del potencial de significado para influir en los comportamientos de nuestro entorno. Es la lengua entendida como acción, como iniciadora y “causante” de hechos extralingüísticos por medio del uso de la lengua.
c)            La función textual es la que crea textura, esa propiedad que convierte grupos de secuencias lingüísticas potencialmente independientes en una unidad de significación que llamamos texto y que expresa la relación básica de la lengua como instrumento de comunicación con su entorno y en dicho entorno.

El entorno comunicativo en el que se produce un intercambio de significados se analiza en nuestro modelo mediante tres parámetros: campo, tenor y modo.

a)           El campo se ocupa de aquellos significados que determinan la esfera de actividad humana en que el texto es/va a ser relevante. Representa el qué del texto y se corresponde con la función ideacional.
b)           El tenor agrupa aquellos significados que derivan de las relaciones entre los participantes, tanto desde el punto de vista estrictamente lingüístico (escalas de formalidad) como desde el punto de vista de la función final. Representa a los participantes y está en relación con la función interpersonal.
c)            El modo permite analizar las relaciones entre el uso de la lengua y las expectativas comunicativas de los usuarios reflejadas en la selección de modo textual. Representa el cómo y está en relación con la función textual.


3.1.3.  Los siete parámetros de textualidad: intencionalidad, aceptabilidad, situacionalidad, intertextualidad, informatividad, coherencia y cohesión


La aplicación de estos componentes situacionales y su utilización en la selección del potencial de significado que ofrece la lengua permite establecer la continuidad entre el sistema gramatical y el entorno extralingüístico en el texto, que se constituye como unidad semántica.


La intencionalidad es el parámetro que recoge la actitud del emisor respecto al significado textual. Es el principio organizativo del texto, ya que es este parámetro el que determina qué selección lingüística es apropiada para expresar ese significado. En términos de uno de los más influyentes modelos de comunicación, la teoría de la relevancia (Sperber&Wilson, 1986), el autor o traductor emite un estímulo (el texto) del que los receptores infieren una intención comunicativa. Dicha intención varía en función de la relación entre los participantes y de la situación contextual en la que o para la que se produzca el acto de comunicación. En nuestro análisis la intencionalidad representa al iniciador (autor o traductor) del acto comunicativo en la configuración semántica del texto. Es decir, se trata de definir qué es lo que se quiere comunicar y para qué receptores es relevante esa información.

La aceptabilidad es el parámetro que representa a los receptores en el texto. Es decir, si no hay receptores para procesar la intencionalidad comunicativa contenida en el texto no se produce la comunicación. Aceptabilidad significa que el texto debe presentar unas características lingüísticas y textuales que permitan a los receptores procesar la información e identificar la intención comunicativa. No hay que confundir este parámetro semiótico con lo que normalmente se conoce como aceptabilidad lingüística, que se refiere al nivel de corrección en el uso de la lengua.

La informatividad/situacionalidad es un parámetro que contempla dos vertientes del análisis: por un lado, la aportación de nueva información según la situacionalidad (estereotipos sociales en la cultura origen) y, por otro, la redistribución de la información del TO de forma diferente en el TM. La función final del texto está estrechamente ligada a la informatividad, ya que es ésta, junto con la situacionalidad, la que determina si se necesita nueva información. La redistribución de la información de forma adecuada dirigirá la atención del lector hacia determinados segmentos textuales. Un manejo poco efectivo de las estructuras informativas puede provocar cambios no deseados en la semántica global del texto.

La intertextualidad se utiliza para procesar los significados que derivan de la interacción entre nuestro texto y otros textos o discursos anteriores relevantes para los usuarios. Este parámetro es uno de los más complejos y de mayor trascendencia para el traductor. Con frecuencia se suele simplificar en demasía y se tiende a identificar intertextualidad con cita directa o alusión a textos previos. Sin embargo, va mucho más allá: se trata de procesar e interpretar configuraciones semánticas en las que participan componentes culturales, textuales y lingüísticos compartidos, sin cuyo conocimiento no se puede entender la realidad del contexto en que se desarrolla el acto de comunicación. Cuestiones como los prototipos textuales, áreas culturales, referencias simbólicas, y su significado paralelo o diferente del que tenía en el TO son casos típicos de actualización intertextual.

La coherencia se refiere al componente del significado textual que deriva de la organización lógica de la información en el texto. Su actualización se produce mediante la aplicación por parte de los receptores de los conocimientos del mundo con que cuentan; es decir, se trata de que los receptores suplan la información implícita necesaria para inferir el significado del texto.

El último parámetro propuesto, la cohesión, es el que recoge el análisis del material lingüístico a nivel microtextual. Sus componentes típicos son la referencia, las relaciones conjuntivas y la cohesión léxica.


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